El Día Antes

Se sentó delante del ordenador como cada noche, con las palabras medidas, los pensamientos claros y el objetivo centrado en el punto de mira. Lo había hecho así los últimos tres años. Era fácil, continuar una historia ficticia hasta llegar a la final.
De repente, frenó en seco. Valorar frase a frase, promesa a promesa, releyendo todas las palabras lanzadas en nombre de un ideal se le fueron antojando una carga quizás demasiado pesada. No conocía físicamente a su prometida, y eso para un hombre, por muy enamorado que estuviera, se le podía revolver como una víbora.
Así que comenzaron las dudas, que si él tenía manías, que si ella pudiera volverse atrás. Conocer a alguien en la red, intercambiar frases bonitas, era algo muy arriesgado en cuanto traspasaran la frontera de la realidad.
Sacó una moneda. Sí, una moneda después de tanto camino recorrido para dilucidar el resto de su vida. La lanzó al aire y mientras volaba todas las noches en vela pasaron por su mente, dejando al destino la respuesta, la forma más cobarde de decidir los próximos treinta años.

La moneda cayó por la cruz, justo lo que esperaba.

Ahora, quince años después, piensa el futuro de sus hijos.


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