Lapidarium (IV)

LXXVI
Toda la ilusión desparramada has de recogerla después de un simple gesto o una frase a destiempo por todo el piso de tu alma.

LXXVII
Un escritor bohemio vendía cuentos por la calle a cambio de la voluntad. Otros hacen pulseras o collares. Él sólo sabía malvivir de sus palabras.

LXXVIII
Sólo hay una cosa más bella que una mujer te diga que te ama, y es sentir que lo que dice es cierto.

LXXIX
Si teniéndote lejos no soy capaz de dormir, teniéndote a mi lado moriría de insomnio.

LXXX
Mi imaginación habita junto a poetas malditos, bohemios deshauciados, putas deslenguadas y borrachos sin remedio, cuentos de mil y una canciones y sueños sin despertares.

LXXXI
La rana se disfrazó de príncipe y se dedicó a besar princesas, pero tuvo mala suerte y ninguna se volvió como él. El mundo al revés sólo existe dentro de mí.

LXXXII
¿Por qué tuve que pellizcarme? Si no lo hubiera hecho ahora no estaría escribiendo esto y seguiría contigo.

LXXXIII
Se vive estupendamente instalado en la locura, prima hermana de la ilusión, el vuelo sin motor y los sueños con final feliz.

LXXXIV
Alargar el momento justo antes de besarla, sentir su aliento haciéndome cosquillas en la nariz, jugar con su respiración es una sensación casi perdida.

LXXXV
Ya se cómo te sientes cuando te beso sin afeitar, como se sienten las nubes cada vez que acarician la cima de una montaña.

LXXXVI
Si no está duermo pensando en ella; si está, no duermo contemplándola dormir. Si durmiera, la soñaría.

LXXXVII
A veces siento el corazón habitando entre cipreses y sauces llorones de velorio por el alma que perdió en el camino.

LXXXVIII
La belleza de una mujer reside en sus imperfecciones, porque es cuando deja de ser diosa para convertirse en humana, y entonces podría estar a mi alcance.

LXXXIX
Estoy harto de tenerte lejos, de besarte en la distancia, de cerrar los ojos para poder sentirte a mi lado, de tener que abrazar mi almohada para poder olerte.

XC
Vender tu alma al diablo acaba por convertirte en mito, pero das con tus huesos en el infierno. No lo intentes, antes o después se la cobra.

XCI
Pasó rozándome entre la muchedumbre. Llevaba consigo impregnado el aroma a mar y aventura. Logró arrancarme un suspiro y aún puedo respirarla.

XCII
Llenó de lágrimas su bañera y se sumergió en ella durante media hora. Ahora es una persona distinta, incluso tiene ganas de vivir.

XCIII
La esperanza en el amor me mantiene vivo, por eso no dejo de tropezar con piedras constantemente.

XCIV
Su sonrisa es suave y divertida, y me encanta su nariz. Tiene una nariz traviesa y apetecible, dan ganas de morderla.

XCV
La noche tiene muchos peligros y no todos llevan vestidos sugerentes.

XCVI
Besándonos con ternura, mirándonos a los ojos a dos centímetros de distancia, acaricio tu pelo húmedo, acaricias mi espalda arañada.

XCVII
Echar de menos sin saber cómo huele, sin escuchar el timbre de su voz o sin probar el tacto de su piel es una sensación nueva, extraña, diferente, pero muy sensual.

XCVIII
Intento proteger mi corazón porque sólo tengo uno, aunque he de reconocer que lo hago fatal.

XCIX
El tiempo se viene solo, no hay que salir a buscarlo. Es de las pocas cosas que hoy en día no hay que pagar.

C
Donde yo vivo aún existen las patentes de corso, sólo cambiaron de nombre, de piratas y de gobernantes, pero el resultado sigue siendo el mismo.


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