Imaginando
En su imaginación siempre caminaba entre jazmines, interminables pinadas y salvaje naturaleza, apartado del mundanal ruido, rozando los sueños de Alexander Supertramp, pero sin llegar al extremo de tener que sobrevivir en condiciones extremas. Lo suyo era mucho más tranquilo, algo así como una vida de eremita acompañado.
En su mente, una casita de madera con un gran ventanal que diera al porche, donde pudiera disfrutar del sol en primavera, los naranjos en flor, la cavernera sin parar de cantar, y del espectáculo de la lluvia en otoño, junto a su chimenea dando calorcito, un termo de agua con el que cebar el mate, el duende correteando por el salón y la flaca acurrucada en su regazo fumando, compartiendo lecturas, vida y felicidad.
Enfrente, justo delante de su hogar, cuatro o cinco cabañas de alquiler, lo justo para poder subsistir y pagar los gastos mensuales. Una cocina industrial en la que idear nuevas recetas para los inquilinos, un ordenador en el que plasmar historias de amor y odio, de terror y misterio, inventadas o reales, y no pensar en el tiempo, en el clima o lo que sucediera fuera de su particular hábitat creado según el gusto y las necesidades de los dos.
Al fondo, el lago, justo a las afueras de la cuidad, uniendo urbe y campo, todo tan cerca y a la vez tan lejos.
Del hotelito rural en la Patagonia te has ido a las cabañas de madera en la Pampa, junto al Lago del Fuerte. Sea donde sea, me gustan tus sueños; Son cálidos y dulces. Me gusta la imagen de ese lago en medio de la ciudad. Un espectáculo único y delicioso, igual que tus vistas, igual que tus sueños.
La flaca.
Me encantan tus historias, sigue asi............