Estación Sur

El cilindro nicotídico espera enjaulado a ser consumido. Forma parte de una legión silenciosa de uniformados para matar lentamente, locomotora antigua, barco de vapor, punta de lanza roma, nube de polución pulmonar al acecho. El cilindro nicotídico es como un abrazo traicionero del que no te puedes desprender, lo necesitas sin atender a razones, lo buscas ansioso cuando no está, como el sediento en el desierto un oasis reconfortante. Es elegante y distinguido, y nunca miró condición social, es un depredador en toda regla; aún así, está perseguido, confinado a vivir en espacios abiertos o en la clandestinidad de lo privado, se busca vivo o muerto, lo quieren extinguir. Al cilindro nicotídico le gusta mezclarse con psicotrópicos amigos, te proporciona placer, serenidad, tranquilidad, seguridad en tí mismo cuando dependes de él. En realidad, el cilindro nicotídico es el peor enemigo que pudieras conocer, es como una mantis religiosa, te seduce, te acerca y te besa, para después comerte sin piedad.

(Gracias a Miguel González Alonso, por el simpático término Cilindro Nicotídico)