
Era un coche que, salvo cuando su conductor habitual no lo manejaba, nunca pasó de 60 Km. por hora, era la norma de la casa, ve despacio y disfruta del paisaje. A veces, un viaje a Pinoso se hacía eterno, subir la cuesta "colorá" era una auténtica odisea, con parada obligatoria en La Fuente del Algarrobo para ver a la anciana Anica, que vivía allí, e intercambiaba limones por huevos de sus gallinas de corral, y llenábamos nuestras cuatro garrafas de arroba del agua de la fuente. Más adelante, debajo de "su" árbol, entre Barinas y Pinoso, la siguiente estación, donde sacábamos la nevera portátil con las latas de sardinas "La Gaviota", filetes de caballa "El Rey de Oros" y vino de La Cañada del Trigo, en una bota, como Dios manda. Al llegar a Pinoso, kilos y kilos de salchicha para todo el mundo, unas tiernas, otras curadas, y para abajo otra vez. La parada para comer era en casa de Susi, que tenía preparadas las brasas y las costillas de cordero, ensalada y más vino.
En el coche, la música que se escuchaba, en un viejo ocho pistas con placas enormes, era, generalmente, Nino Bravo, Antoñita Peñuela, Rocío Jurado por flamenco y la Niña de Antequera, y siempre, siempre, iba limpio como una patena, con ese aroma tan suyo a limonero y a campo. Estaba terminantemente prohibido fumar, y en él vivimos nuestras primeras aventuras, nuestros primeros viajes, nuestras primeras batallitas que contar.
Me acabo de acordar de una fiesta que hicimos Mª Angeles y yo para nuestros amigos y el se empeño que cabiamos 5 en el 127 y se empeño en subirnos el. Subiendo al patano, justo en la pequeña cuestecica que hay en el camino estrecho, justo unos metros antes de llegar a la casa el coche no podia subir la cuesta y terminamos de subir el camino andandico, para que el pudiera llegar a la casa, jajaja que buena aquella anecdota
Cómo me ha gustado ver ese coche...muchos recuerdos,sigue escribiendo, lo haces muy bien,otra vez gracias por llevarme de la mano...