Miguel Hernández

A mis apenas quince años, los manuscritos que devoraba eran mayormente del tipo aventuras: Julio Verne, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Walter Scott me acompañaban largas horas de lectura y muchas otras más de sueños sobre héroes, mundos por descubrir y conquistar, damas escarniadas en busca de paladín u océanos infinitos plagados de barcos piratas al acecho de banderas españolas cargadas de oro de las indias. Yo no leía poesía, la poesía era para mí un tanto indescifrable en su contenido interior, y bastante más aburrida empeñado todo el mundo en la tarea de enseñarme a diferenciar serventesios, cuartetos, octosílabos o alejandrinos, me parecía más cercano a las matemáticas, procurando cuadrar la métrica y la rima. A esa edad, ya comenzaba a decantarme por una prosa muy cercana a la poesía como la literatura fantástica de García Márquez, suave y onírica, los tenebrosos requiebros de Allan Poe y la novela histórica (influenciado, por supuesto, por esa febril pasión por la aventura).
Pero mira por dónde, una de las lecturas obligadas en bachillerato fue Miguel Hernández, y como adelanto, la profesora nos leyó la elegía a Ramón Sijé. Nunca antes había escuchado tanto dolor concentrado, transformado en tan bellas palabras. Yo nací y me he criado a apenas doce kilómetros de la casa donde nació el poeta, por lo que sus campos, su brisa, sus versos, me arañaron de forma irreversible el alma, ya de por sí sensible por la edad, mucho más aún por mi debilidad manifiesta hacia la literatura.
Miguel Hernández, a su modo, me despertó a la poesía, y con ella a nombres que me acompañarán hasta el día que me muera: Mario Benedetti, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Luis Cernuda (descubierto gracias a otro poeta y profesor, Eloy Sánchez Rosillo), mi paisano Julián Andúgar, Claudio Rodríguez, Angel González. De ahí el salto al mismo Shakespeare, Whitman....cada uno en su época, en su estilo y su sensibilidad especial.
Pero para mí, el más cercano, el más admirado y querido, siempre conmigo, Miguel Hernández.

1 Response to "Miguel Hernández"

  1. Julieta says:

    Yo lo descubrí a los diecisite años, gracias a un amigo, que intentaba escribir poesía, y admitaba profundamente a Miguel Hernandez. Se empeñó en que yo leyera "El rayo que no cesa" y no paró hasta conseguirlo. Por supuesto siempre le estaré agradecida.

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