Papá
Estoy yendo y viniendo mucho rato, tanto que no puedo controlar porque soy muy pequeño, y no me han enseñado a contar. Por otro lado, las dimensiones (voy a contarlo como se), se reducen a tengo hambre y necesito un biberón, me he meado y el pañal pesa más que yo, y no se dónde dormir porque tus brazos están fríos y no me acunan.
Hace un par de horas tú y yo jugábamos a mi antojo en el salón de casa, ahora lanzando pelotas de tenis, después pulsando botones buscando una canción de esas chulas, de las que sabías que me hacían dar vueltas sobre mi eje a la vez que lanzaba carcajadas.
Pero hace un rato que no te mueves, te quedaste boca arriba en el parqué, sin gafas (me las puse yo para ridiculizarte), rígido, y cada vez más frío.
Yo interpreté que querías jugar a "arre caballito", así que me subí sobre tu cadera y galopé, galopé mucho intentando que tú, como siempre, me alzaras un poco más, haciéndome reír mucho más que de costumbre. Porque tú eres papá, y cada vez que río, intentas que lo haga un poco más. Hay momentos que no tengo muchas ganas, y lo hago para que sientas que conectamos, por muy pequeño que soy.
Pero no te mueves, no respondes. Soy pequeñito y te necesito. Y si te necesito ahora, imagina dentro de unos años, en un mundo en el que tú intentas moverte, en el mundo donde te prometieron un final feliz.
Estoy solo, papá, y no quiero que te vayas.
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