Nadie
-¿Saber quieres mi nombre famoso? Pues voy a decírtelo. Pero dame el presente de huésped que me has prometido. Pues bien, Nadie es mi nombre; así me llaman. Nadie mi madre y mi padre y los compañeros que traigo conmigo.
(La Odisea)
Nadie salía de casa sin ser notado, observado o sentido. Llegaba a clase, se sentaba en la última fila, tomaba apuntes y se marchaba. No había tertulias, no había relaciones sociales. Nadie era un número más sin tener en cuenta. Un rostro común con la idea de pasar inadvertido. Mientras otros ganaban popularidad, chicas, reconocimientos y golpecitos en la espalda, Nadie era la hormiguita del cuento. No importa su nombre real, no importan sus aficiones, nada de él importa.
Más tarde, cuando todos paseaban en coches deportivos, construían mansiones y sacaban billetes de a millón, Nadie permanecía en la sombra agazapado, poniendo en práctica su plan infalible: seguir siendo nadie.
Cuando sobrevino la crisis, los suicidios, las ruinas previstas, el ocaso de los Dioses, él pensó que cada uno se forja su destino, y se sintió orgulloso de seguir siendo Nadie.
Hay muchos nadies olvidados por la sociedad creada, pero serán los últimos supervivientes.
(La Odisea)
Nadie salía de casa sin ser notado, observado o sentido. Llegaba a clase, se sentaba en la última fila, tomaba apuntes y se marchaba. No había tertulias, no había relaciones sociales. Nadie era un número más sin tener en cuenta. Un rostro común con la idea de pasar inadvertido. Mientras otros ganaban popularidad, chicas, reconocimientos y golpecitos en la espalda, Nadie era la hormiguita del cuento. No importa su nombre real, no importan sus aficiones, nada de él importa.
Más tarde, cuando todos paseaban en coches deportivos, construían mansiones y sacaban billetes de a millón, Nadie permanecía en la sombra agazapado, poniendo en práctica su plan infalible: seguir siendo nadie.
Cuando sobrevino la crisis, los suicidios, las ruinas previstas, el ocaso de los Dioses, él pensó que cada uno se forja su destino, y se sintió orgulloso de seguir siendo Nadie.
Hay muchos nadies olvidados por la sociedad creada, pero serán los últimos supervivientes.
Cualquier persona sin nombre, o de nombre Nadie, tiene que ser un superviviente. Vivimos en un mundo donde a la gente le gusta hacerse notar, aunque eso suela suponer un "mas dura será la caída".
Un abrazo y Feliz Año Nuevo
Cuanta razón tienes, los Nadie y los Free lance, seremos los supervivientes de la crisis, fijo, y es que !estamos eternamente en la crisis!
Juan Capri, un humorista catalán y sabio de los 60 y 70, tenía un monólogo de cuando sólo èl y Gila los hacían, "El Naufrago" se llamaba, resultab que un barco naufragaba y se ahogaba todo el mundo, sólo un señor de Sabadell, nadaba con tranquilidad, uno preguntó, ¿Quien es es? Es un fabricante de tejidos,! siempre ha estado con el agua al cuello.!!! Pues eso.
Tu cuarta foto, la de la estacion y la vía en perspectiva, es igualica a un cuadro que pinté de la estacion abandonada de Barbadillo del Mercado, con un "hombre pato" viajero, estuvo expuesto en el Gurugu de Siguenza, Si me facilitas tu correo, te la envío, son casualidades... y mi pato tambien es muy "nadie".
Muchas gracias Isidre por las palabras y la parábola del señor de Sabadell y gracias a mientras leo por la fidelidad y sus sabias entradas a mis entradas. Mi correo es jacobito73@hotmailcom. Si me envías el cuadro, le escribiré su entrada tal y como yo lo vea desde mi prespectiva imaginativa. Saludos