Una Escena Cualquiera
HOMBRE.- Me gustaría decirle lo que siento por ella. Me he puesto millones de veces delante del espejo, ensayando posturas; he descolgado el teléfono y he inventado largas conversaciones en las que solamente hablo yo, contándole mi amor entre susurros. Pero cuando está delante, a tan sólo unos centímetros de mis labios, cuando puedo reconocer su olor a gloria, siento como un dolor que me remueve el estómago y me nubla los sentidos. Es algo que nunca antes me había sucedido y....y no me salen las palabras.
(Sale una mujer)
MUJER.- ¿Lo podré ver hoy, hablará por fin?, se que le gusto, se le nota cuando se acerca a mí y no sabe qué decirme. A veces, estando sola en mi habitación, me entran unas ganas enormes de recostarme en la cama y dormir. Cada vez que cierro los ojos aparece su imagen en mi mente, y me atormenta. Me atormenta porque no puedo estar a su lado sin ponerme nerviosa, entonces me desespero ciegamente y me emborracho de su mirada, de su suave aroma de hombre que viaja conmigo día y noche, de un lascivo deseo de besar su sonrisa, de poseer cada uno de sus parpadeos, sus manos, sus sueños.
(En ese momento sus miradas se cruzan. Se produce una sensación de magia entre ellos, como si el sol y la luna hubieran estado buscándose el uno al otro durante millones de años y por fin consiguieran hacer realidad el sueño de estar juntos, aunque fuera durante un efímero instante, y el universo entero cayera rendido a sus pies.)
MUJER.- Has venido.
HOMBRE.- Vengo a pasear por aquí, ¿por qué no iba a hacerlo hoy?.
MUJER.- A mí también me gusta venir....a pasear.
HOMBRE.- Es una lástima que no hayamos coincidido antes, ¿no?.
MUJER.- Sí.
HOMBRE.- Te he visto por ahí con tus amigas, bajando por aquel sendero que llega al río. Yo no le gusto a tus amigas, piensan que no soy una buena persona. Sin embargo tú, cada vez que me ves, siempre me hablas.
MUJER.- Yo no soy mis amigas. Además, a mí no me has hecho nada que me moleste, a mis amigas sí. Tú y tus amigos vais detrás de ellas como perros en celo.
HOMBRE.- Yo tampoco soy mis amigos. A mí tampoco me gusta lo que hacen.
MUJER.- ¿Y por eso he de fiarme de tí?.
(Se produce un silencio incómodo)
HOMBRE.- Me hubiera gustado hacer aquella escena contigo.
MUJER.- Tampoco lo intentaste nunca....
(Nuevo silencio)
MUJER.- Podrías volver.
HOMBRE.- Es demasiado tarde.
MUJER.- Era una escena un tanto...embarazosa.
HOMBRE.- Eso es fácil. Tan sólo tienes que acercarte, mirarla a los ojos, luego cerrarlos y dejarte llevar por el aroma de sus labios.
MUJER.- Has estado con muchas chicas, ¿verdad?, tienes fama de eso.
HOMBRE.- No creas todo lo que se oye por ahí. He estado con menos de las que imaginas.
MUJER.- Eso me tranquiliza...
HOMBRE.- ¿Por qué?
MUJER.- No, no, por nada....
(Silencio)
HOMBRE.- He soñado contigo. Nunca había soñado con una mujer como tú.
MUJER.- ¿Y qué soñaste?
HOMBRE.- Que bajaba por el mismo sendero que tú recorres con tus amigas tan a menudo, pero contigo, solos, sin hablar, agarrados de la mano . Luego nos bañábamos en el río. Me gusta verte nadar...hasta que desapareces. Desapareces de mi sueño e intento alcanzarte...
MUJER.- Te quiero.
HOMBRE.- ¿Me quieres en serio?, y me lo dices así, tan fácil, con lo que cuesta amar hoy en día. Es tan bonito escucharte cuando respiras...Si te acercas podré darte un beso, lo deseo tanto...Te traeré dos rosas, espera aquí; una blanca y una amarilla para ponerlas en cada pecho y en el centro...en el centro un duende que salta y que baila y que sueña que es mayor.
MUJER.- Eres todo un caballero.
HOMBRE.- Ya me gustaría, sólo soy un simple mortal enamorado.
Escuché hace muy poquito que descubrimos en realidad quienes somos cuando llegamos a conectar con alguien, hacia dónde se dirigen nuestros pasos, para bien o para mal, sin vuelta atrás, sin nada más que importe, sabemos cual es nuestro lugar en el mundo. Lo demás es sólo ruido.
ME ENCANTA LEERTE........UN BESO.
Muchas gracias, a mí ser leído