Lola

Cuando llegó a casa, era una pequeña bolita de pelo negro y hocico amarillo, apuntaba a medio camino entre rottweiler y pastor alemán, aunque al final, como dijo mi hermano Manolo, se quedó en ron bacardí. Nos costó Dios y syuda convencer ami padre entre mi hermana, mi tía Angelita mi madre y yo para que se quedara en el piso. Para mí era una pequeña victoria, para mi hermana, un hermoso regalo de cumpleaños. Cuando mi padre le vió la cara a la diminuta Lola, tuvo que rendirse sin remedio.
Se convirtió en poco tiempo en el juguete familiar, un juguete vivaracho y retozón, dormía a caballo entre mi cama y la de mi hermana, su protectora, su benefactora, la que más la ha cuidado y querido. Subía a la terraza de arriba a corretear y comenzó a vislumbrarse su constitución, una perra chaparrita y regordeta, pero lista como el hambre. Cuando nos mudamos al dúplex, se buscó ella solita su espacio, aprendió a ponerse junto a la puerta cuando quería salir a la calle, y ladraba a la vuelta para que le abriéramos, bebía su agua, comía, y descansaba en su cesta mullida y suave.
Su bautizo fue a base de Jack Daniel's y petardos de hachís, la transformamos en la abeja Maya un día de reyes, nos anunció la muerte de la tita, porque se metió debajo de su cama, y unos segundos antes de expirar, salió llorando de ella y se fue directa al jardín, sintiendo como una más de la familia la ausencia de quien tanto nos amó y tanto amábamos.
Ya llevaba varias operaciones, quince años a sus espaldas, miles de muletazos de mi padre, su odiada e inseparable compañera de paseos. Esta tarde, me ha llamado mi madre entre sollozos diciendo que su riñón ya no funcionaba más, había que sacrificarla. Allí hemos estado a su lado, besándola y acariciándola ella, mi hermana y yo, igual al final que al principio, nos miraba mientras la inyección entraba dentro de ella y nos rompía el alma a los tres, porque ahora realmente entiendo lo de amar a los animales, cuando se ha ido uno que quería como a alguien mío, la quería más que a muchos especímenes humanos por los que seguro que no lloraré cuando se vayan, por muy cerca mío que se encuentren, y nunca olvidaré sus ojos bonachones diciéndonos adiós, silenciosa, tranquila, serena, sabiendo su fin.
Papá, hoy voy a destrozar tu frase favorita con ella, papá.....perra......cielo.

2 Response to "Lola"

  1. Anónimo says:

    ERES UN SOL.........Y ME ENCANTA COMO ESCRIBES......ME APASIONA LEERTE........GRACIAS.

    Muchas gracias a tí por leerme.

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