Veinte Años (II)

Así pues, aquel hombre alto, rubio, de ojos claros y fuerte convertido en su marido, resultó ser un niño asustado, irresponsable y débil. Un timo en toda regla. Al volver a casa una noche, no quedaba ni rastro de él.
Sin embargo, ella no se paró ni un minuto a relamerse las heridas, debía sacar adelante a su bebé, y nada ni nadie la iba a detener. Apoyada en su madre para cuidar del niño mientras trabajaba, aprovechó su físico espectacular para granjearse una buena fama detrás de una barra. La noche, los chicos guapos y adinerados, el bourbon y el speed fueron moldeando un duro corazón que sólo se lograba ablandarse cuando estaba con su retoño. El era toda su vida. Bueno.....él, y el mundo que se abría bajo sus hermosos pechos.
Imagen: Ana Miralles
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