Veinte Años (III)

No tenía plan, no tenía nada, sólo una continua naúsea cada noche, cuando se acostaba, y en su mente sólo aparecía la imagen de ella atormentándolo. Nunca debí salir, se repetía una y otra vez, nunca debí entrar en ese maldito garito. De todos modos, era seguro que para ella pasaba totalmente desapercibido, un cero a la izquierda. Aún así no podía controlar bajar a contemplarla cada fin de semana, en aquel rincón donde apenas había luz, en su camarote escondido, las manos sudorosas por los nervios, tragando Jack Daniel's hasta tener la mente nublada, y verla borrosa sonreirle tras la cortina de humo del tabaco, esperando un momento que sabía que no iba a llegar nunca si no dejaba de imaginar y pasar a la acción. Menuda acción, emborracharse como un tonto atrapado en su propia historia, sin atreverse a decir ni mu, pagar la cuenta y marcharse al amanecer con el corazón en un puño a escribirle palabras de amor en una barra de hielo, con el fuego de su platónica pasión.
Imagen: Jack Vettriano
Algo que a todos los corazones sensibles nos ha pasado alguna vez.
Muy bueno el relato compañero.
Un abrazo.
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