Veinte Años (III)

¿Por qué tenía que pasarle esto a él?, ¿qué es lo que debía hacer ahora?. Había sido tan fácil meterse en la piel de Adolfo, el prototipo de enamorado de Benjamin Constant, todo ternura y pasión, había sido tan fácil aceptar las máximas de La Rochefocauld acerca de las maldades del sexo femenino en la corte que ahora, cuando él mismo sentía el famoso cosquilleo en su estómago, el mundo se le venía abajo. Ella nunca, jamás, podría fijarse en un chico como él. Y no era cuestión de baja autoestima, era tan sencillo como ser objetivo y realista. El no era precisamente el prototipo de hombre de la noche, alto, apuesto, con don de palabra, con percha para vestir lo que quisiera, con un imponente descapotable y la cartera repleta de billetes de cinco mil y no le gustaba hacer lo mismo que las hordas de pretendientes que le seguían babeando, pegados a la barra durante horas haciéndola reir, invitándola a bourbon, llevándola después a locales privados.
No tenía plan, no tenía nada, sólo una continua naúsea cada noche, cuando se acostaba, y en su mente sólo aparecía la imagen de ella atormentándolo. Nunca debí salir, se repetía una y otra vez, nunca debí entrar en ese maldito garito. De todos modos, era seguro que para ella pasaba totalmente desapercibido, un cero a la izquierda. Aún así no podía controlar bajar a contemplarla cada fin de semana, en aquel rincón donde apenas había luz, en su camarote escondido, las manos sudorosas por los nervios, tragando Jack Daniel's hasta tener la mente nublada, y verla borrosa sonreirle tras la cortina de humo del tabaco, esperando un momento que sabía que no iba a llegar nunca si no dejaba de imaginar y pasar a la acción. Menuda acción, emborracharse como un tonto atrapado en su propia historia, sin atreverse a decir ni mu, pagar la cuenta y marcharse al amanecer con el corazón en un puño a escribirle palabras de amor en una barra de hielo, con el fuego de su platónica pasión.

Imagen: Jack Vettriano

1 Response to "Veinte Años (III)"

  1. Algo que a todos los corazones sensibles nos ha pasado alguna vez.

    Muy bueno el relato compañero.

    Un abrazo.
    www.utopiaroja.blogspot.com

Powered by Blogger