Antonio y Amparo (III)

La mañana que vinieron a buscar a Antonio aún no había terminado de salir el sol. Tras la luz del flexo, con sus viejas lentes llenas de polvo, releía el Cyrano, quería contarle a Amparo esa vieja historia de amor en el que las palabras vencen a la belleza física, por mucho que se empeñen los medios de comunicación en vendernos lo contrario. El poco pelo enmarañado, las ojeras hasta la nariz, el olor a café de melita y tabaco inundando el escritorio, el timbre sonando una y otra vez.
Abrió y se topó con un puño en la cara....al fin dormía, a la fuerza, pero dormía. Cuando despertó, lo hizo en otro escritorio. No había ventanas, no había más que un colchón repleto de pulgas, una silla, una mesa, una lámpara de pie, folios y una máquina de escribir, una de esas ollivetti del año de la polka perdidas en el tiempo. Ni un ruido, ni una presencia. Así pasaron unas cuantas horas, que a él se le antojaron años, porque, entre el dolor de cabeza y no poder ver a Amparo le provocó que el alma se le fuera escapando.
Se abrió la puerta y entró uno de esos hampones del parque, los que tanto disfrutaban con sus historias de piratas, y se sentó enfrente de él.
- Vamos a ver.....tú y yo vamos a hacer un trato, un trato que no tienes más remedio que aceptar, porque no vas a salir de aquí hasta que termines, y el tiempo corre en tu contra, porque sabemos dónde vive y dónde trabaja esa señorita con la que paseas por el parque cada noche -
Aún aturdido, Antonio no encontraba respuesta ni palabras, aunque el hampón no le dio tiempo para respirar.
- La situación es la siguiente, el hijo de mi jefe tiene una enfermedad, una enfermedad grave, y sólamente le mantiene con vida esas historias que tú nos contabas y luego nosotros le contábamos a él, hasta que nos dejaste tirados por la señorita. Así que tu trabajo va a ser escribir un cuento, un cuento para él, donde sea el protagonista y termine con los angelitos, porque ese será su final, y queremos que sufra lo menos posible. Yo te iré proporcionando la información que necesites sobre la criatura. Si lo haces bien, no habrá problema, te volveremos a dejar en casa y aquí paz y después gloria......de tí depende -
- Eso lo podría haber escrito sin necesidad de todo esto, ¿no crees? -
- Sí, pero de esta manera sabremos que dedicas las veinticuatro horas del día a trabajar para nosotros, sin distracciones, sin nada más que hacer....¿qué contestas? -
Se hizo el silencio, un silencio de muerte y frustración, de vuelo a la cara de Amparo esperando en el banco, de libros abandonados en rincones del corazón, y Antonio respondió.......- Escribiré ese cuento -

(Continuará.........)

1 Response to "Antonio y Amparo (III)"

  1. Anónimo says:

    es apasionante ver como creas de la nada otra historia paralela.........pero pon mas corazon que lo tienes mas, muchos mas.......muack, muack, muack, muack.........y mas.

Powered by Blogger