Infiernos Particulares

El primer trallazo te llega como a la media hora. Sientes la sangre circular por cada una de tus venas y arterias, primero despacio, luego más veloz, bombea a cien por hora el corazón, casi va a salir disparado del cuerpo. Diez minutos después, la cabeza es un completo hervidero, nublando la visión. No puedes pensar, es totalmente imposible concentrarse en nada. La boca se retuerce en un esperpento de muecas y rechinar de dientes.
Enciendes un cigarrillo, luego otro, das vueltas en el salón, del salón al pasillo. Tu cuerpo se mueve y no es capaz de obedecer a tu mente. De hecho, tu mente anda extraviada en pensamientos extraños. Necesitas un antídoto, y lo necesitas ya.
Medio gramo, entero te tumbaría rápidamente, medio gramo y a esperar.
Logras sentarte en el sofá después de prender el aire a condicionado. Suavemente, te escurres hasta quedarte en posición fetal. Pensamientos confusos que se van alejando minuto a minuto. El sopor aparece, pero no logras quedarte dormido. Una vuelta en el sofá, otra vuelta, otra más. De fondo se escucha un documental acerca de las orcas y su sistema de alimentación. La luz va desapareciendo como por arte de magia, y así pasa una hora más.
Por último, pesadez de cuerpo, tanto como si hubiera que soportar el doble de tu peso. Mezcla de indiferencia y desánimo. Visitas contínuas al hotmail. No hay nada nuevo, es temprano.

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